ASIER PERALLOS
Director del Departamento de Ingeniería Informática
Son ya muchos años de mi vida vinculados al mundo de la informática. Primero como mero aficionado, después también como estudiante y hoy en una triple vertiente como profesional de la misma. Cuando echo la vista atrás y busco los orígenes de este vínculo, me vienen a la cabeza aquellos ordenadores Spectrum de 48k y almacenamiento en cinta de casete convencional y esos programas en lenguaje BASIC que transcribíamos en el colegio, que dibujaban diversas formas en la pantalla y que nadie intuía para qué servían en realidad. Por aquellos años debía empezar a dilucidar cuál pudiera ser mi carrera profesional y todo el mundo me aseguraba que «la informática es la profesión del futuro». Y no pocos de ellos me decían que «de la Universidad de Deusto salen los mejores profesionales en esta disciplina».
Desconozco si estos consejos fueron los que me hicieron inclinarme por esta profesión, pero lo cierto es que aún hoy los recuerdos. Han cambiado mucho las cosas desde entonces, no en vano han pasado ya más de 25 años. Pronto surgió algo llamado Internet, que llegó para quedarse entre nosotros. Al mismo tiempo la inteligencia y la conectividad iban poco a poco impregnando distintos dispositivos y electrodomésticos en nuestros hogares. Después surgieron los teléfonos móviles, que cada vez se fueron haciendo más inteligentes. Su capacidad para proveer servicios digitales de consumo general era tal, que pronto aparecieron distintos modelos y tamaños de tabletas electrónicas. También las redes sociales vieron la luz, veremos aun si como moda pasajera o no. No mucho más tarde el concepto de «la nube» ha irrumpido como un término tecnológico destinado a cambiar nuestras vidas y no sólo como ese lugar en el que evadirse de vez en cuando. Hoy empezamos a escuchar con cada vez más fuerza términos como «Big Data» que pretenden dotar a los humanos de un conocimiento extraordinario a través del análisis computacional de ingentes cantidades de datos recolectados por los miles de dispositivos, sensores y redes que campan a nuestro alrededor.
Vivimos surfeando sobre olas tecnológicas tremendamente ilusionantes, tanto desde una perspectiva de usuario como profesional. Olas que promueven importantes cambios sociales y económicos. Olas que generan continuamente oportunidades de negocio y empleo, en torno a las cuales se posicionan hornadas de profesionales. Olas que renuevan y arrasan con lo anterior. En ese sentido, la informática se ha convertido en una disciplina con algunas semejanzas tradicionalmente atribuidas a los médicos:
estudiar y reciclarse a lo largo de toda la vida y alta especialización en una u otra área.
Como parte del equipo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto y ahora como director del departamento de Ingeniería Informática tengo la responsabilidad compartida de que nuestra oferta académica sea la más adecuada para formar profesionales íntegros que naveguen adecuadamente en este escenario cambiante: grados en informática que doten de versatilidad al estudiante, másteres profesionalizantes que le aproximen al mundo laboral, y postgrados y formación continua altamente especializada para los profesionales a lo largo de su vida.
No deja de ser paradójico que en un mundo tan dinámico y de continuo cambio vertiginoso como el descrito, esos consejos que me dieron cuando era un adolescente, hace ya más de un cuarto de siglo,
estén vigentes y pudiera dárselos hoy a mi hijo sin riesgo a equivocarme.